Espero que ésta sea la primera y última vez que hable de la crisis, porque lo que es yo, estoy hasta el moño: crisis, crisis y más crisis. Llavamos casi un año, sin pausa ni respiro, telediario tras telediario, nos hemos aprendido de memoria (qué remedio) lo que es una hipoteca sub-prime, lo malos que son los activos tóxicos, hemos visto caer gigantes financieros internacionales, grandes bancos y aseguradoras (por cierto, a ver ahora quién se fía de los fondos privados de pensiones, pero si ni siquiera están aseguradas las pensiones públicas para dentro de 30 años, o al menos eso es lo que dicen los 'expertos')... ahora bien, a los curritos de todas esas corporaciones, esos que se tienen que levantar a las 6 de la mañana para ir a la oficina, que en la mayoría de los casos es un cubículo de un metro cuadrado, para cumplir día tras día con el "sueño americano" (o sea, dejar embarazada a la novia en el instituto, casarse, tener hijos y, por supuesto, tener una casa), se les puede dar bien por el culo. Porque eso sí, a los directivos y ejecutivos de todas esas grandes multinacionales, pobrecitos, como les vamos a dejar sin sus yates, sus vacaciones de lujo... Es como a un niño al que le das todos los caprichos habidos y por haber, y de repente, un buen día decides quitárselos de golpe. Pues no, un poco de compasión, encima de que nos alegran las revistas de moda y decoración con sus mansiones, sus yates, sus modelazos de Dior, Armani... agradecidos tendríamos que estarles, que no es lo mismo, pero ya se sabe, la plebe suele ser ingrata a veces. Aunque más que ingrata, yo diría que es olvidadiza, pasota, voluble, manipulable. ¿O cómo se explica acaso la facilidad con la que la masa inunda las calles por el triunfo de un equipo de fútbol, o de una selección nacional, y en cambio, permanezcamos impasibles ante el hecho de que unos cuantos directivos se embolsen miles de millones al año mientras familias enteras se quedan sin sustento? Vale, una excepción a lo que estoy diciendo podría ser la movilización mundial, increíble, esperanzadora, que se produjo en 2003, por la guerra de Irak. Puede que los poderosos de este mundo tuvieran una punzada de temor ante el verdadero poder latente de este mundo: el nuestro, el de todos unidos, concienciados y alimentados por una causa justa. Por una vez salimos todos a la calle, y no fue ni el fútbol ni el botellón. Pero desgraciadamente, hasta en eso nos equivocamos de enemigo. Porque no era ni Bush, ni Blair, ni Aznar (éste lo único que pretendía es lo que ha conseguido, que no es poco, conferencias millonarias, es consejero del grupo de medios de comunicación ultraconservadores de Murdoch, los negocios de Agaggg). Los verdaderos enemigos son quienes gobiernan este planeta, este minúsculo puntito azul en la inmensidad del cosmos, es decir, las grandes corporaciones y multinacionales petroleras, armamentísticas, financieras, farmaceúticas, cosméticas... quienes por cierto, controlan el 99 por ciento de los medios de comunicación. Por eso siempre se salen con la suya, porque quienes tienen el control de los medios, tienen el verdadero poder, es decir, el que se ejerce sobre las conciencias de las personas. Un ejemplo a propósito de la industria cosmética: son los principales accionistas y de las revistas de belleza. ¿Acaso se imagina alguien que una revista de moda publicase un artículo en el que se asegurase que la mayoría de los cosméticos son totalmente inútiles -lo cual por otro lado es cierto, y si no preguntad a cualquier laboratorio químico independiente-? Pues lo primero, la directora de la revista a la puta calle, y la revista ya veríamos lo que pasa con ella. La odiosa dinámica de ese mundo consiste en: uno mira todas estas fotos (por supuesto retocadísimas todas ellas con el fotoshop) de bellísimos/as modelos, y claro, o se tiene la autoestima de la Bruni, o lo primero que te viene a la cabeza es ¡madreee, estoy hecho/a un asco! pero de pronto, pasas la hoja y ... voilà!! hay una crema milagrosa que reduce grasa y arrugas en 15 días, garantizado, pero verdad de la buena, ¿eh? En fin, no hace falta que siga, ¿no? el negocio es redondo, y basado básicamente en la idiotez y debilidades humanas. Y qué me decís de las farmacéuticas, esas que se hacen de oro inventando enfermedades en el primer mundo, porque las de toda la vida apenas existen ya (no así en los países pobres, devastados por la malaria, el cólera y un largo etcétera, pero a quién le importa) para las que crean nuevos productos, y por otro lado gracias al lucrativo sistema de patentes, ése que impide que los países del tercer munco fabriquen medicamentos genéricos para tratar enfermedades como el sida y a precios asequibles por la población. Pero claro, según las compañías farmacéuticas, si no existiesen las patentes, no se forrarían, y por tanto, para qué seguir con el negocio. O sea, todo se reduce a lo mismo, qué importa que millones de personas agonicen y sufran por enfermedades perfectamente curables, con tal de que los grandes directivos de las farmacéuticas puedan seguir disfrutando de su tren de vida. Bueno, y digo tren por no decir jett, yate... en fin.
Total, que cuando la guerra de Irak, teníamos que haber manifestado no contra los gobiernos, sino contra las petroleras, las industrias armamentísticas, haber asaltado sus oficinas, sedes... que es ahí donde está el meollo, vamos, revolución pero de la buena.
Pero no, jamás veremos a los verdaderos culpables de esta mierda de sistema, porque ellos controlan los medios de comunicación, y por eso mismo la mayoría de la gente, mientras pueda seguir con la vida de diseño que se nos ha querido imponer (consumismo, consumismo, consumismo) pues tampoco moverá un dedo. Y es que a pesar de la crisis, la peor de las situaciones de un país occidental (con toda mi solidaridad y reconocimiento de la terrible realidad de muchas familias españoles que están en una situación realmente desesperada, el paro está causando estragos) es infinitamente mejor que la mejor de las situaciones de un país del tercer mundo.
¿Que este sistema es el único que históricamente ha funcionado? bueno, vale, pero con trampas, es decir, a base de saquear las materias primas de los países pobres. Pero aquí algo falla, digo yo que tendremos que repensar el sistema, pero no en la dirección que apuntan algunos, o sea, los de siempre (la derecha capitalista y neoliberal): menos derechos sociales y que apechuguen los mismos. Pues no. Me niego. Quien tedrá que hacer un esfuerzo será quien pueda, no? Digo yo que será mejor que la Koplovich se quede sin su yate a que un padre o madre de familia se quede sin trabajo porque al empresario le ha dado la gana echarle (en el caso de la mujer quién sabe si porque se ha negado a hacer polvos-extra, digoooo, horas extra, ejem...) y que encima no tenga subisidio ni nada a lo que agarrarse.
Y ya me he desahogado por hoy, que para ser lo primero que escribo en un blog (bueno, y en mi vida, en realidad) creo que ya he escupido bastante, jeje...
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