Sí, sí, un año más, Eurovisión, las familias en sus sofás, cual Nochevieja y sus 12 uvas, pendientes de los votos que nos da Portugal y... ¿quién más nos ha votado? Oye, que conste que es una pregunta totalmente inocente, ¿eh? Es que realmente no vi Eurovisión, lo confieso. Ni las votaciones.
Y fíjate que a mí Soraya no me disgusta. Como tampoco me disgusta el ganador, Alexander Rybak, que con su violín ha conquistado a los europeos...
Por cierto, que la parte instrumental es lo único que para mí merecía la pena, porque lo que es la canción, una patata. Pero se perdona por lo bien que tocaba el chico el violín, las cosas como son, ¿o no?
Y es que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Y en un festival que lleva degenerando año tras año en una especie de esperpento-visión, pues era lo más 'decentillo'.
Ayyyyy, ¿quién no se recuerda con nostalgia cuando se hacía música de verdad, y de la canción un arte? Domenico Modugno con su "Nel blu di pinto di blu", o France Gall y su inolvidable "Poupée de cire, poupée de son", "Eres tú", de Mocedades, la mítica y entreñable música de ABBA...
snif, snif...
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