Anoche estaba tranquilamente sentado en el sofá, cuando mi sosiego se vio súbitamente perturbado por gritos, bocinas de coches, gente alborotada... pero enseguida comprendí: el motivo de tanto jaleo se debía al triunfo de un equipo de fútbol. Como tantas otras veces.
Ya dije en una ocasión que el comportamiento humano es algo que sinceramente no entiendo, y dudo que en este mundo alguien me pueda dar alguna explicación convincente al respecto. Pero lo que sí tengo claro es que si la gente saliese con el mismo ímpetu a las calles para reclamar un mundo más justo, un mayor respeto al medio ambiente, más derechos sociales... pues todo sería como debería.
Pero me temo que una vez más el cerebro límbico, el hemisferio derecho, la parte primitiva e instintiva, prevalece sobre la racionalidad, el hemisferio izquierdo del cerebro. Porque, ¿qué motivos tenía toda esa gente para celebrar con esa euforia histriónica el triunfo de un equipo de fútbol? ¿Que los jugadores se van a hacer aún más multimillorios entre primas y contratos publicitarios? Bueno, ellos, los jugadores, sí tienen "motivos" para sentirse satisfechos, podrán seguir presumiendo de deportivos y en sus yates desfilarán top models atraídas por su "caché", con quienes brindarán a la salud de todos los aficionados.
Ayyyy, mi admirada Rita Levi, cuanta clarividencia se refleja en tus innumerables años y sabiduría. Y cuánto tendría que aprender la especie humana de ti... Pero no le interesas a la mayoría. Si le preguntas a una quinceañera por la biografía de Bisbal te la recita sin pestañear. No sigo porque me entra una tristeza meláncolica y extraña.
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