Al presidente de Afganistán, Hamid Karzai, financiado por la comunidad internacional que combate al integrismo talibán, le llueven críticas por la nueva ley dedicada a la mujer chií, que fue publicada el domingo. El texto permitirá a los maridos de la etnia hazara que profesan esa confesión (el 9% de los afganos) castigar sin alimentos a sus esposas si éstas les niegan el tamkeen, el derecho a la satisfacción de las necesidades sexuales.
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YO YA NO ENTIENDO NADA. PERO NADA, ¿EH? A MÍ QUE ME DEJEN EN PAZ PORQUE TELA. TELA CÓMO ESTÁ EL PATIO.
Y me escandalizo porque es para escandalizarse. Pero si lo piensas detenidamente, al menos allí van de frente, se les ve venir, y al ser algo tan explícito, exteriorizado, al menos hay algo visible contra lo que luchar. Pero en las presuntamente libres sociedades democráticas está ocurriendo algo mucho más perverso. A los niños y niñas (cuya infancia se va acortando más y más, desgraciadamente para ellos) se les está bombardeando desde todos los flancos, día sí día también, con mensajes subliminales (y no tan subliminales) con el propósito de encauzarles por donde a ellos, los poderosos, les conviene (sólo les importa una cosa: sus beneficios). ¿Y a dónde les interesa llevarles esta gentuza? Pues a la cultura del consumismo, del sexo, del hedonismo, del desenfreno... así que ahora, ya con 12 añitos, dispuestos a probar de todo. Y los padres... qué más les dará, puede que incluso sean ellos peores.
Quien crea estar viviendo en una sociedad libre, que abra los ojos. Pocas veces hemos sido esclavizados de forma tan inicua y terrible. Y lo peor de todo es que la mayoría, por ignorancia o por comodidad, lo consiente mansamente. Bien, si es eso lo que queréis, allá vosotros. Pero me da pena, mucha pena...
Así que mucho ojito con criticar al mundo islámico: que si intolerancia, yugo a las mujeres, bla bla bla... (más yugo que al que está sometida la mujer occidental, obligada a hacer mil y un sacrificios para obtener una imagen socialmente demandada pensando que es un requisito imprescindible del éxito, yugo que por cierto parece que se está queriendo imponer a los hombres, y seguro que lo logran, teniendo en cuenta con qué piensan la mayoría).
Yo no seré quien se fije en la paja en ojo ajeno para no ver la viga en el propio. Veo vigas en los dos.
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